
Se trata de un líquido que atrae la humedad y la absorbe, lo que provoca la aparición de gotas de agua altamente nocivas para el sistema. Son causantes de la aparición de corrosión e incluso pueden llegar a congelarse a bajas temperaturas, provocando una lógica alteración de su eficacia.
Lo mismo ocurre con las burbujas que surgen con la ebullición, su densidad es menor que la del líquido y responden de distinto modo a la presión. Cuando aparecen es imprescindible sangrar el circuito de frenos, sacando ese aire acumulado y rellenándolo. Se trata de una operación delicada que debe confiarse a un profesional.
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